Retroperiodismo

Orientado al periodismo gráfico de cultura, rock y espectáculos
Días y horarios: miércoles de 18 a 21 hs (16 encuentros)
Docente: Juan Manuel Daza
Arancel mensual: $120

Presentación
Un intento por recuperar y volver a formas y géneros que han quedado en el recuerdo. Los medios gráficos culturales que existen hoy en día, en su mayoría, están condicionados a delinear una agenda de consumo cultural. Ya no queda tiempo para la investigación, la crónica y el reportaje. Este es un taller para todos los que ansiamos alguna vez en nuestras vidas salir de gira con una banda como reporteros. Este es un taller para aquellos a los que nos gusta sufrir la fecha de entrega, que nos encanta quedarnos toda la noche despiertos para escribir un artículo.
En fin, sin límites de edad, con experiencia o sin experiencia, la idea es armar un grupo de gente que pueda trabajar en conjunto, nivelar sus conocimientos y sus experiencias y poder lanzarse a construir proyectos, salir a descubrir que hay más allá de la agenda, que hay más allá de lo que ya nos muestran y, ¿por qué no?, qué hay más allá de lo que ya nos muestran en lo que ya nos muestran.

¿Quiénes pueden participar?
Todos aquellos que se consideren jóvenes, con formación terciaria o universitaria o sin ella, y tengan ganas de aprender trabajando bajo el método del ensayo y el error.

¿A qué nos avocaremos?
Intentaremos adquirir o refrescar las técnicas y las leyes del periodismo en cuanto a redacción de notas periodísticas, crónicas, reportajes, entrevistas y otros géneros. También aprenderemos cuáles son los medios de los que se vale un periodista para conseguir información valiosa. Educaremos nuestra mirada y nos entrenaremos en pos de siempre saber adónde ir a buscar lo importante.

¿Cómo evaluaremos nuestro aprendizaje?
Desde el momento cero, redactaremos artículos periodísticos. Cubriremos distintos tipos de eventos, entrevistaremos personajes y pensaremos notas de producción. Haremos salidas grupales y también asignaremos salidas individuales para regresar al taller con material fresco y compartirlo en grupo.

Juan Manuel Daza
Actualmente se desempeña como colaborador en Clarín Espectáculos, Revista Ñ, el suplemento Sí! y Revista La Mano. Anteriormente también ha publicado notas en otros medios como Revista G7 y Revista Hombre. También lleva adelante junto con Juan Alberto Crasci y Sebastián Realini una editorial de poesía llamada Casi Incendio La Casa. Bajo ese proyecto también produce los festivales Rocanpoetry! que ya llevan tres años de presentaciones consecutivas.

CV LARGO:
Ahora, una prosa curriculumétrica (o una suerte de mini biografía de Juan Manuel Daza):
Nací el 23 de enero de 1985. Tenía recién un año y medio cuando Maradona le metió el gol cósmico a los ingleses pero me vi entero el mundial de Italia 90. Luego mis intereses decantaron en otros aspectos y básicamente en lo que la industria cultural nos ofrecía por esos tiempos, una mezcla rara entre Patoruzito, Volver al futuro, Rambo, Rocky, las películas de Van Damme y Steven Seagal, Los Beatles, Sui Generis, Fito Paez, etc. A partir de los 18 años comencé mi formación terciaria y académica (estudié periodismo y comencé con mi carrera de Letras). Con ella vino la onda retrospectiva. Escuchar bandas viejas, leer libros viejos, trascender los clásicos (Tom Sawyer, Huckleberry Finn, Los Tres Mosqueteros) para ir por cosas más duras, más profundas. Que Artaud, que Sartre, que Spinetta, que Van Gogh, que Jimi Hendrix. Todos drogadictos, una barbaridad. Pero cada vez me empezaron a caer mejor.
Allá por el 2002, con 17 años, produje y conduje mi primer y único programa de radio junto a un amigo de ese entonces, Santiago Alonso. Se llamaba Psicosis en el dial y salía todos los sábados de 22 a 24 hs. desde una AM local de Ituzaingó que no vale la pena recordar. El programa tenía mucho que ver con nosotros imitando a nuestros ídolos radiales de ese entonces: Pergolini, Dolina, Juan Di Natale, Matías Martin, Fernando Peña, etc.
Entre el 2003 y el 2004, ya en la facultad, siendo un tipo serio y culto, publiqué junto a otro amigo, Demián Perona, un fanzine que tuvo como título “Casi incendio la casa”. Duró tres números. El primero incluyó cuentos y textos, si se quiere, ensayísticos. Para el segundo, me quedé sin socio y lo escribí casi enteramente yo. Contenía reportajes, crónicas y algunos poemas. Y el tercero fue, sin más ni menos, un típico fanzine poético. Luego, quedó en el olvido.
En el 2004 también, comencé a trabajar de pasante en la Revista Hombre (sí, la de culos y tetas). Hacía un poco de todo. Al principio, participaba en las secciones “Happy Hour” y “Sepa Cómo” en las que escribía artículos referidos, por ejemplo, a la pesca en el hielo, donde todo siempre daba un giro socarrón hacia la sexualidad chabacana: “hay que hacer un agujero en el hielo, pero hacelo bien grande y horadado para que después te entre bien la caña”. Con el tiempo fui tomando responsabilidades mayores como la de llevar fotos de Ingrid Grudke hasta la casa de un experto en Photoshop y volverlas a traer a la redacción para que fueran publicadas.
Hasta que llegó el día dorado en el que uno de mis editores me dijo: “Vas a entrevistar a las Chicas H, a ver si la ponés”. Las Chicas H eran unas muchachas que salían en las primeras páginas de la revista y que, de alguna u otra forma, exhibían sus cuerpos con el objetivo de lograr una fama posterior. Generalmente eran modelos novatas de agencias novatas. Pero yo, con 19 años, nunca pude tomar ventaja de esta situación. El rigor y la ética periodísticos siempre fueron cuestiones muy importantes para mí. Así que de “ponerla”, ni hablar. Pero he logrado grandes notones. Mi mayor entrevista fue la que le hice a una todavía desconocida Victoria Vanucci, más linda, más simpática y con menos gomas.
Un buen día llegó algo inesperado: la posibilidad de colaborar en una revista de rock. En algún momento en el año 2003 salió al ruedo revista La Mano, una publicación que nos parecía un sueño hecho realidad a todos los pendejos ávidos por ser periodistas de rock. Dirigida por Roberto Petinatto, con Marcelo Fernández Bitar como secretario de redacción y con un consejo editorial compuesto por Pipo Lernoud, Alfredo Rosso y Martín Pérez, se perfilaba como el regreso del Expreso Imaginario. Cultura rock, poesía rock, cine rock y todo lo que estos monstruos podían ofrecerle a un lector hambriento. Intenté, desde el momento cero, ser colaborador sin obtener resultados positivos. Hasta que en Julio del 2006 recibo un llamado de mi amigo Nicolás Arévalo (actual productor de Radio Continental) que me dice que pegó una colaboración para La Mano y que me necesita para cubrir la presentación de un disco. Se presentaba “Hey Donco”, un disco tributo a Don Cornelio y la zona, banda de los ochentas liderada por Palo Pandolfo. Por lo que, de la noche a la mañana, habiendo abandonado ya el oficio periodístico, me reintegro a él y en el plan que más me gusta. Por lo tanto, salió esa nota y luego salieron cantidad de notas más en las que fui entrevistando a diferentes bandas y solistas emergentes.
Uno de los mejores y más agotantes trabajos que tuve fue para Mónica Bartolomé Producciones, una empresa que se dedica a hacer subtitulado de películas y series. Labure con esta empresa y con unos cuantos amigos en cuatro BAFICI (2006, 2007, 2008 Y 2009) y en dos Festivales Internacionales de Cine de Mar del Plata (2006 y 2007) como operador de subtítulos. El laburo consistía básicamente en tomar las traducciones de las líneas de diálogo y sincronizarlas temporalmente con la película. Para esto había que ver la película entera e ir marcando la entrada y la salida de cada cartel de subtitulado. Luego, había que corregir las traducciones, la ortografía y la sintaxis. Era un trabajo muy interesante, porque habiendo estudiado sólo griego, inglés y algo de latín, tenía que meterme con idiomas como el francés, el ruso, el coreano. Era un desafío y me gustaba. A este laburo se sumaba el de pasar los subtítulos en cada función en el cine. Aproximadamente, tres funciones diarias, más chequear, corregir, automatizar secuencia de subtítulos. En definitiva, significaba estar el día entero viendo películas durante 15 días. Los ojos quemaban, el cerebro funcionaba distinto y la vida consistía en frames, segundos, ajustes y sintaxis. Era una linda experiencia. Finalmente, Mónica Bartolomé dejó de ganar las licitaciones para tomar estos festivales y el sueño se acabó.
A fines del 2006, en un viaje en subte con mi amigo y compañero de Letras, Juan Alberto Crasci, se nos ocurrió que varios de los textos en plan poético que escribíamos tenían muchas cosas en común. Con Juan, desde que nos conocimos en el 2003, habíamos mantenido una asidua relación y un constante diálogo acerca de nuestra fresca y adolescente producción poética. Pero nunca habíamos hecho nada con ella. Habíamos compartido incluso una banda de rock en la que yo cantaba y Juan componía los temas y tocaba la batería. El proyecto se llamaba Acquamorta y lo integraban también Lucas Fazzito y Ariel Fernández, ambos en guitarra.
Pero la música no duró. Y al darnos cuenta de la mutua influencia que teníamos el uno sobre el otro en el aspecto literario, nos embarcamos en un proyecto que consistía en armar un libro en común, entre los dos, compilando, seleccionando y ordenando textos, intercalándolos, y no firmando para que la gente no supiera cuál era el autor de cada uno. Ese proceso nos habrá llevado unos dos meses y ya en diciembre del 2006 nos encontrábamos buscando editoriales que quisieran publicarlo. No tuvimos suerte y comenzamos a hablar con imprentas. No teníamos plata, por lo tanto frenamos la pelota y evaluamos la posibilidad de armar un sello editorial y organizar festivales en los que tocaran las bandas que nos gustaban y en el que nosotros tuviéramos el espacio para leer en vivo nuestros textos.
Nació entonces la idea de una editorial propia y “Casi incendio la casa”, el nombre de mi anterior fanzine, me parecía muy bueno para no volver a usarlo. Por lo que casi automáticamente, la editorial fue bautizada así. Esto trajo aparejado un problema con mi ex socio, Demián Perona, que alegaba que el nombre también era suyo y que no daba que nosotros lo usáramos. Yo, realmente, consideraba que el nombre era mío y que, después de todo, era un nombre. Por lo que le dije: “Mirá, el nombre lo vamos a usar. ¿Querés participar? Estás adentro o estás afuera”. Y el decidió estar adentro. Meses más tarde, decidió estar afuera.
El primero de Julio del 2007, llevamos a cabo el primer festival Rocanpoetry! en Plasma, un espacio cultural ubicado en Piedras al 1800 en el barrio de Barracas. Fue un domingo, y vinieron unas cien personas. Funcionó bien, nos gustó y lo seguimos haciendo. Hoy en día, ya van 18 ediciones del festival y en Julio de este año se realizará la número 19 en la que celebraremos el tercer cumpleaños del festival. Hoy en día, la Editorial cuenta con 35 títulos publicados, varias presentaciones en su haber y una pequeña red de distribución a nivel Capital Federal, Conurbano y algunas librerías ubicadas en otros puntos de la República Argentina y en España.
En lo que respecta a mi producción poética, he publicado bajo mi editorial los siguientes títulos: Vamos a rockearla! (2008, junto a Juan Alberto Crasci), Poemas para leer bajo la frazada (2008), Santería (2008) y Hospital Durand (2008). Pueden leerse algunos poemas consultando el catálogo en www.editorialcilc.com.ar.
Durante la segunda mitad del 2007 me mantuve ocupado en la tarea de investigar y aprender acerca de un grupo de agitación poética llamado Los Verbonautas que existió durante la segunda mitad de la década del ´90 y estaba integrado (entre otros) por Vicente Luy, Osvaldo Vigna, Palo Pandolfo, Gabo Ferro, Hernán y Eduardo Nocera. En este tren, me comuniqué con Pablo Schanton, que les había hecho una de las primeras notas importantes para el Suplemento Sí! y había organizado junto a ellos una fecha en el Instituto Goethe. Pablo tuvo la mejor onda conmigo para darme información y su testimonio. Seguimos en contacto y a fines de ese año me tiró un centro para comenzar a escribir en el Suplemente Sí! del Diario Clarín. Finalmente, luego de mucho tiempo de ansiedad, en abril de 2008 publiqué mi primera nota en ese diario, gracias a la onda de mis editores José Bellas, Nicolás Artusi y Mariano del Águila. Y la nota sobre Los Verbonautas salió publicada en Febrero de 2008 en La Mano finalmente. Esta nota dio el puntapié inicial para que en cierta forma, algunos periodistas y el público en general empezaran a asociar a Los Verbonautas con Editorial Casi Incendio La Casa y con el Festival Rocanpoetry! De hecho, Osvaldo Vigna, Hernán, Vicente Luy y Eduardo Nocera participaron en el festival. Y hemos publicado en diciembre de 2009 una antología de Vicente Luy titulada “Poesía Popular Argentina”.
Mi labor en el diario Clarín fue esporádica y comprendió un período de prueba en el que no publiqué demasiadas notas, sino hasta llegada la segunda mitad del año 2008 en la que el suplemento “se agrandó”. Es decir, tomó una cantidad mayor de páginas y eso habilitó la afluencia de nuevas secciones y nuevos colaboradores. A mí en ese momento no se me caía una nota de la galera que a mis editores les viniera bien. Recordemos que el suplemento Sí! es un “suplemento joven” y no un suplemento de rock, pese a que casi todas las personas que trabajan allí sean, de alguna u otra forma, periodistas de rock. Ellos estaban muy contentos con notas como las de Cumbio, con el descubrimiento que habían hecho de las nuevas tribus urbanas: los emo y los floggers.
Un día, voy a la redacción, Nicolás Artusi quería hablar conmigo. Llego, en uno de esos días en los que uno se siente feo, mal vestido, desprolijo (como si el hombre pudiera sufrir de algún modo un período de menstruación) y vencido sobre todo, pensando que era la última reunión que iba a tener con estos muchachos y que me dirían que hasta allí había llegado el asunto, que muchas gracias, que nos vemos otro día. Pero sucedió todo lo contrario: Iban a sacar una sección nueva en el suplemento que se iba a llamar “Desde el Garage” y habían pensado en mí para que me encargara. A mí me encantó la idea pues lo que más hacía era ir a ver bandas y escuchar nuevos grupos de la escena porteña. Pero necesitaba un compañero, para sacar las notas una semana yo y otra él. Aquí fue cuando recomendé a Nicolás Arévalo, mi compañero natural. Ellos aceptaron y empezamos a laburar juntos con Nico hasta más o menos Abril de 2009 que fue cuando ellos decidieron dar de baja la sección y sacarla eventualmente. Allí, colaboré en algunas notas más y luego me avoqué a mi nuevo trabajo.
En febrero del 2009 conocí a Gustavo, el fundador del sello discográfico Ultrapop y del bar y sala de conciertos Ultra. Él necesitaba un productor que trabajara allí de lunes a sábado y ofrecía un mal salario. Pero la idea de trabajar produciendo fechas y eventos me seducía, por lo que le dije que sí al instante. Él me preguntó: ¿Qué es lo que querés ser cuando seas grande? Yo le conteste dubitativo. La verdad que con 24 años ya me sentía grande. Y lo que quería hacer, no lo tenía súper claro. Y le dije, algo así como: “A mí me gusta escribir, me gusta organizar cosas, me gusta emprender proyectos". Por lo tanto, contrató a otra persona para ese puesto. Pero a mí me quería “tener” igual. Por lo que me ofreció comenzar a trabajar con él “bien desde abajo”. Me ofreció trabajar en sus fiestas, las Bellepop (hijas de las legendarias Pop City de Unione e Benevolenza). Yo no tenía por qué rechazar un laburo. Por lo tanto, accedí y comencé a laburar de “chico que pide mails y sociabiliza con la gente”. Entre las tareas que tenía que hacer también se incluía la de repartir chupetines, pizza y gajos de naranja. Le puse energía y fui creciendo hasta quedar como encargado de la fiesta. Hasta que en Agosto de ese mismo año, la chica que estaba en el área de producción renunció y no quedaba otra, ese trabajo tenía que ser mío.
Como soy un tipo muy proactivo y como esa palabra está de moda hace un buen tiempo, me contrataron pero no sólo en calidad de productor. Yo iba a hacer un productor/programador. Y teniendo en cuenta que en Ultra se toca de lunes a sábados. En un mes típico de cuatro semanas, mi trabajo era nada más y nada menos que programar un promedio de 24 fechas mensuales. Es un trabajo realmente agotador, porque mientras se produce, se lidia con las bandas, tocan las bandas, uno tiene que además pensar fechas, pensar ciclos, hacer llamados. Pero lo hice, lo hice con mucho amor y mucha convicción y logré aprender muchísimas cosas y conocer a mucha gente interesante.
Sin embargo, todo tiene un final. A fines de Abril de 2010, terminó mi relación laboral con Ultra y, en menor medida, con Ultrapop. Una serie de roces, problemas de ego, sobre todo, ligados a la gran cantidad de responsabilidades que me habían otorgado, desgastaron mi relación con Gustavo y él decidió que lo mejor sería dejar de trabajar juntos, al menos, en relación de dependencia. Inmediatamente, volvimos a llevarnos bien.
En la actualidad, me encuentro analizando proyectos y tomando impulso para largarme a trabajar en forma un poco más independiente y también, por qué no, buscando más trabajo. Siguen en pie mi Editorial, mis eventuales colaboraciones periodísticas en medios gráficos y, por último, la idea de realizar un taller de periodísmo orientado a recuperar las raíces de todo lo que nos gustaba del periodismo de rock de antaño. Quiero hacer un tipo de periodismo que habitualmente no se lee en los diarios y en las revistas, que nadie tiene tiempo ni dinero para hacerlo. La idea es viajar, descubrir, anotar, grabar, desenterrar espacios que quedan ubicados en los intersticios de la agenda cultural y que pasan desapercibidos porque nunca nadie se detiene a compartirlos con el lector.